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martes, 13 de septiembre de 2011

¿DE QUE COLOR ES TU PENA?

¿DE QUE COLOR ES TU PENA?
.by Carmen Catala on Sunday, May 1, 2011 at 3:27pm.


Cuando atravesamos por alguna situación difícil nos llega a nuestra mente varias interrogantes como por ejemplo: ¿Que estoy pagando Dios mío? ¿Porque esto me está pasando a mí? ¿Hasta cuándo Señor? ¿Qué voy hacer ahora?

Y nos encerramos en una caja que a su vez dejamos tirada en un túnel. Y vamos lamentando nuestros fracasos como si el destino fuera responsable de nuestras penas. Es como un juego Maquiavelo que dejamos fijo en nuestra memoria. El juego de los lamentos ya que a todo le encontramos un pero. Todo lo vemos de color grisáceo o mejor dicho NEGRO pero lo irónico no es eso, es que aún sabemos que somos nosotros lo que tenemos que cambiar de actitud nos querellamos de que los demás no nos comprenden y seguimos con la misma cantaleta día tras día queriendo buscar confort en los demás.

Paremos ya ese comportamiento penoso y hasta ridículo. Las cosas pasan porque aunque nos cueste aprender debemos de hacerlo y de qué manera lo vamos a lograr pues aprendemos con el dolor, aprendemos de los errores y en la continua batalla de nuestra vida. Somos los únicos que vamos a saber a ciencia cierta si fuimos valientes o cobardes. Echemos de lado la canción de pena que hemos venido tarareando y paremos también de ver todo rojo caliente cuando tal vez es amarillo intermitente y lo único que tenemos que hacer es reflexionar nuestros actos.

Hay una expresión popular que se dice cuando una persona muere: Pasó a mejor vida y nos vamos más lejos aún cuando expresamos lo siguiente: Que en paz descanse, al menos dejó de sufrir. ¿Pero de qué estamos hablando? ¿Sabemos nosotros en realidad si ese cuerpo que hoy no tiene vida ha dejado de sufrir? ¿Por qué mi pregunta? Simplemente porque alardeamos de que somos muy cristianos y en vez de decir esas cosas deberíamos en esos momentos pedir más por esa alma que ahora va a ir a responder ante Dios por las cosas que en realidad hizo cuando poseía a ese cuerpo físico que acaba de abandonar.

Desde hace un tiempo para acá me he cuestionado mucho que clase de seres humanos en verdad somos ya que decimos que perdonamos y juzgamos tan fácilmente la actitud de otros. Decimos que no guardamos rencor y saludamos con recelos. Expresamos el mejor vocablo hacia otros más nuestras señales y gestos dicen todo lo contrario. Decimos, “cuenta conmigo” y cuando nos piden ayuda casi nunca podemos pues supuestamente estamos ocupados. Decimos gracias y al dar la media vuelta pensamos que como quiera tenían que hacernos ese favor pues nos debían tal o cual cosa.

Queridos amigos, y todavía nos atrevemos a preguntar ¿Por qué me suceden estas cosas?

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